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¿Tal vez necesitas que alguien te diga esto?



La semana pasada estuve cenando en casa de mi mejor amigo. Martini, pizza, vino y cheesecake de mango (es delicioso), fueron los acompañantes de esa noche que habíamos reservado para planificar nuestras vacaciones de verano. Personalmente, es muy difícil para mí estar en un sitio sin hacer nada; así que, para sentir que haría algo más que verlo preparar la cena, acordamos que yo me encargaría de lavar los platos y las copas al final de la noche. Entre tantos temas, llegamos a conversar sobre las copas de su casa. Mi amigo me contó que era un set de cristal muy lujoso que habían recibido (su novia y él) cuando se mudaron a ese apartamento. Recordé que no era la primera vez que escuchaba eso, así que, sin más, continué degustando el vino. Hablamos, cenamos, buscamos destinos y hoteles para el mes de Agosto, y al final llegó el momento de fregar los platos. Me dirigí hacia la cocina y comencé, muy cuidadosamente, a lavar cada una de las piezas que utilizamos esa noche: Platos, cubiertos, bandejas, vasos... y copas. Fui lavando cada pieza y las fui organizando para que secaran. Voluntariamente quise dejar las copas de último, y cuando por fin había terminado de fregar, justo al momento de cerrar la llave del agua, escuché un sonido muy diminuto y aterrador: Clic. (Ese clic que suena al romperse un trozo de vidrio). En ese momento, mil imágenes pasaron por mi cabeza: Las copas de cristal El regalo lujoso El significado especial que tienen para mis amigos Mi insistencia en lavar los platos El clic que me indica que se quebró algo ¿No pude haber tenido aún más cuidado? En el transcurso de dos segundos me trasladé a una época de mi vida en donde definitivamente no tenía 31 años. Bajé la mirada para observar si ese clic que había escuchado había hecho estragos en esa última copa, y descubrí que sí. Había roto una copa. En mi mente, las imágenes y los pensamientos tomaron una velocidad superior: ¿Y ahora qué voy a hacer? ¿Cómo le voy a decir que rompí la copa? ¿Y si actúo como si no la rompí? ¿En dónde habrán comprado esas copas? Cueste lo que cueste, tendré que comprar otra. ¿Y si vuelvo a ver si en verdad está rota? Oh, sí, está rota. "Nous sommes dans la merde !". Randy, tenías que haber tenido mucho más cuidado. ¿Lavar los platos fue lo único que hiciste esta noche, y lo hiciste mal? Asúmelo. De esta no podrás escaparte. Justo antes de sentir que la frase "Eres demasiado tonto" fuera la próxima a pasar por mi mente, me detuve (como si ya no estaba lo suficientemente paralizado) en seco. No es casualidad que mi mejor amigo sea mi mejor amigo. Me conoce como casi nadie... Y, por mi reacción, creo que supo que algo había pasado en esos eternos segundos de silencio. "Lo siento mucho. Rompí una de las copas", le confesé. "No sé cómo, por qué, si tuve tanto cuidado...", continué excusándome. No me dejó terminar mi discurso, cuando me dijo: "Randy, no te preocupes. No es nada grave". En ese momento, con las manos aún mojadas y las copas entre mis manos, sentí que un nuevo mundo de posibilidades se instaló en mi cabeza. "No te preocupes. No es nada grave." Esas dos frases me dieron todo lo que estaba necesitando. Pensé en todas las veces en que me sucedió algo similar y las reacciones que obtuve no fueron nada tranquilizadoras. Pensé en las veces que, al no haber hecho las cosas tan bien como lo había deseado, terminé acusándome y tratándome mal. Pensé en lo diferente que sería nuestro mundo si en lugar de acusarnos por los accidentes que nos ocurren, nos tuviéramos compasión y nos diéramos las manos. Pensé en las veces que he acusado a otros... Pensé en lo afortunado que soy al tener un mejor amigo ahora en mi vida. Y pensé en lo afortunado que fui al descubrir que la copa que se había roto, no era ninguna de las copas lujosas de cristal :). En caso de que tú también lo estés necesitando, hoy quiero pasarte el mismo mensaje: "No te preocupes. No es nada grave." Puede que estés pasando por una situación en donde hay un clic en algún área de tu vida, o puede que estés frente a alguien que haya estado experimentando un accidente similar. Cualquiera que sea el caso, haz que ese sea el detonador de tu compasión. Podrías estar ayudando a reconstruir las piezas rotas de algún mundo... Y ahora cuéntame... ¡Quiero aprender de ti! ¿Qué te parece esta estrategia? Hazme saber tus comentarios directamente aquí en el blog. (Me encanta leerlos ) Espero que mis palabras te hayan llegado en el momento perfecto. Con cariño y compasión,

Randy P.D. Si quieres experimentar la magia de las sesiones privadas de coaching, lee más aquí.

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