Cómo aceptar la realidad (tan dura como sea)
En Venezuela aprendí algo que me ha hecho daño durante bastante tiempo.
Es algo con lo que todavía hoy me confronto, aunque creo que hoy soy mucho más consciente de ello.
Lo aprendí de Venezuela porque nací allá y fue allí en donde lo adopté del colectivo. No hace falta que viva o deje de vivir allá para verlo y experimentarlo, ¡es algo que sucede en todas partes del mundo!
Aunque ha tenido y seguirá teniendo sus ventajas actuar así, hoy sé que ese patrón de pensamiento me roba algo muy preciado: Mi bienestar.
En Venezuela aprendí a rechazar la realidad.
Aprendí a ir en contra, a no aceptarla.
Llegar cinco minutos después de que cerraran el local no era un problema cuando vivía en Venezuela. Con una pequeña insistencia y una historia de víctima, me dejaban pasar.
Cuando me faltaba medio punto para tener una mejor nota, con una jaladita al profe, me lo otorgaba.
Una fila de cuatro horas en el banco la podía reducir regalándole una sonrisa y un par de chocolates a la cajera.
Creer y convencerme de que lo mejor es lo que sucede afuera –y que los demás son mejores que yo– también eran formas de distorsionar mi realidad.
Estar en contra de un presidente y encontrar todas las evidencias de que lo que hace y hará es lo peor, era también parte de la especialidad.
Nunca me pasó a mí, pero conozco casos en donde un billete al policía anulaba hasta la multa.
Tiene sus ventajas, ¿verdad?
Hoy creo que no nos gusta aceptar la realidad porque cuando la aceptamos nos da paz, y cuando tenemos paz ya no sabemos qué más haremos con nuestras vidas.
(Si no entendiste, vuelve a leer).
Si estás diciéndote: "Ay, Randy, pero aceptar la realidad es ser conformista", yo te diré que busques la definición de Conformista en el diccionario. (Te adelanto: No tiene nada que ver con lo que estás creyendo).
Hoy, al despertar ante los resultados de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, lo volví a vivir.
Los humanos somos expertos en sabotear la realidad.
Preferimos tener la razón a ser felices.
Ya luego andamos por la vida proyectando la historia de que solo nosotros tenemos razón –aún cuando esa razón nos impide ver una mejor interpretación de la realidad–. Ya luego hasta andamos por la vida viendo al otro como el equivocado...
Aceptar la realidad es poder fluir en paz.
Al final, no hay una sola realidad. La realidad es solo una interpretación más de lo que está sucediendo.
Cuando vamos en contra de la realidad creamos más experiencias para seguir viviendo en contra de ella. (¡Es un tweet!)
(¿Será por eso que casi no hay productos en los supermercados de Venezuela?)
Personalmente, he cambiado mi vida y la de cientos de personas gracias al hecho de aceptar y reinterpretar realidades. Si te interesa experimentar esto en privado, inscríbete en lista de espera para recibir sesiones privadas aquí.
Por supuesto, hoy sigo teniendo momentos en donde rechazo la realidad para crear otra. Como esa vez que casi me dejaba el avión, por ejemplo. Son solo excepciones; ya no es mi modo de vivir.
Ahora, para aceptar la realidad ahora mismo en tu vida, pregúntate:
¿Cómo puedo reinterpretar esto que está sucediendo?
¿Cómo puedo hoy fluir en paz?
Si no tienes las respuestas aún, mantén tu disposición abierta para recibirlas.
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Aceptar la realidad te hará sentir libre y feliz, aunque el mundo entero esté convencido de lo contrario.
¡Dale una prueba!
Por tu magia,
Randy
P.P.D. Ahora que leíste esto, con una nueva forma de pensar podrás comprender lo que escribí cuando publiqué esto otro.
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(tan dura como sea) — por @randycoaching ¡Clic aquí para compartir! Conferencia GRATIS #InmigrantesPoderosos Escúchala GRATIS aquí
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