Cómo experimentar felicidad cuando hay drama en el entorno

Una de las cualidades más grandes que tenemos los seres humanos es nuestra capacidad de adaptación. Podemos adoptarnos a todo, incluso a lo que no nos gusta.

Bien sea que rechacemos una condición o que terminemos de aceptarla, siempre terminamos adaptándonos.

Lo peligroso de poder adaptarnos a todo es adaptarnos a algo que no nos gusta.

– Vivir como no nos gusta

– Hacer lo que no nos gusta

– Estar con quien no nos gusta

– Ser lo que no nos gusta.

Corremos el riesgo de terminar haciendo y siendo lo que no nos hace bien.

Recientemente, algunos de mis clientes y miembros de mi comunidad virtual me han estado conversando sobre lo difícil que es sentirse bien cuando hay caos y drama en el entorno.

Bien sea por tener familias conflictivas, un ser querido con problemas financieros o condición en su salud, un colega o compañero problemático, guerras sociales, conflictos políticos, entre otros; todos han estado sintiendo el deseo de querer hacer algo al respecto, y la frustración de no poder hacer más.

Me escriben sintiéndose mal, culpables y confundidos.

Se les hace difícil sentirse bien porque nuestra reacción inmediata es dejar de experimentar el bienestar y la felicidad para adaptarnos a experimentar el mal del entorno.

(A esto me refiero con nuestra capacidad de adaptación).

Este comportamiento de adaptarnos al malestar de los demás ––y que confundimos con el hecho de ser humanos y sentir compasión–– es un círculo vicioso. Es lo que hace que el amor se bloquee, que el drama se incremente, que el caos se expanda, que los miedos se multipliquen, que nos frustremos, y mucho más.

Como coach y persona comprometida con mi bienestar y el bienestar del mundo sé que, aunque hay cosas que se nos escaparán siempre de las manos, el cambio solo está en nosotros. Me encantaría muchísimo que todo el caos del mundo acabara, pero esto no está ni estará pronto de suceder.

No podemos sanar los conflictos del mundo si no sanamos primeros los conflictos dentro de nosotros mismos.

Ver el caos del mundo y los problemas de la vida como eternos compañeros de este viaje me han enseñado a hacer las paces con ellos, a decir en ocasiones "ya basta", "yo soy más que esto", "yo nací para algo más", y más. Me ha enseñado a saber lo que es esencial, a proteger lo que valgo y a enfrentarme por lo que merezco.

Esto no me hace ser menos humano. O, tal vez sí, me hace ser un humano mucho menos convencional.

Ser humanos es poder sentir tristeza y frustración. Ser el cambio es aprender a sanarlas y frenarlas.

Cuando sanamos nuestros miedos, rabias, tristezas, malestares y frustraciones, sanamos también las del mundo. Frenamos el caos y el drama, y comenzamos a ser parte del cambio.

De mi libro La magia me trajo hasta aquí, la siguiente frase se ha vuelto mi motor:

Hoy, valoro mi vida, mi felicidad y mi bienestar. Las trato como cualidades lujosas y preciadas porque, precisamente, lo son. Cuando lo hago, doy lo mejor de mí (a mí y al mundo). Cuando doy lo mejor de mí estoy inspirando a los demás a dar lo mejor de sí.

Así es como se cambia positivamente una mente, un entorno, una generación, y el mundo. ¿O es que acaso no es contagioso estar frente a una persona feliz?

Esperar para ser feliz, esperar a que pase la tormenta, esperar a tener más dinero o esperar hasta agarrarle el gustito a la espera es lo que todo el mundo hace. Prefiero hacer lo contrario (y es lo que recomiendo), pues ahí está la diferencia.

No es porque el mundo esté lleno de dramas que yo tengo que asistir con el mismo rol a su espectáculo. Es porque hay drama en el mundo, que yo necesito ser el productor que crea los cambios. ¡Y tú también!

Cuando te descubras bloqueando tu felicidad por el simple hecho de que hay drama en tu entorno, detente y ratifica tu compromiso.

Pregúntate:

¿Me comprometo a multiplicar el caos, o me comprometo a ser el cambio?

En caso de elegir ser el cambio, asegúrate de actuar como tal. Si tu compromiso es grande, puedo apoyarte a lograrlo con sesiones privadas de coaching, aquí.

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Por tu magia,