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4 pasos para pedir y recibir ayuda



Si me pides que dé una conferencia frente a mil personas, la daré probablemente muy tranquilo. Pero si me pides que prepare una cena para veinte personas... (ohhhh, noooo) me verás freaking out (flipando).

Porque, sí, el fin de semana pasado celebré en Francia mi cumpleaños número treinta y dos —veinte días después, pues estaba de vacaciones el 8 de enero—; y lo hice con una cena en casa.

Por obras de la magia, todo salió maravillosamente bien. El espacio, la música, los invitados, los tragos, la cena, las risas... Todo quedó perfecto. (Plus: Hasta recibí sorpresas y regalos inesperados).

Pero, dos meses atrás, esto no estaba destinado a salir así. Si seguía atrapado en mis miedos —muy especialmente, si no pedía ayuda—, todo el proceso habría podido terminar siendo un completo desastre.

Le dije: "Quiero hacer un brunch en este lugar lujoso que me gusta tanto, pero estoy consciente de que no todos podrían pagarlo; tampoco podría yo invitarlos a todos".

"Podría bajar mis estándares y adaptarme a la mayoría, pero eso no es lo que quiero realmente. Es mi cumpleaños, y quiero que la gran mayoría esté presente y sin limitaciones económicas (¡las odio!) para venir", continué.

Me preguntó: "¿Y por qué no lo haces en tu casa?". A lo que respondí: "Me encantaría hacerlo en mi casa, pero eso me generaría demasiado estrés. Hacer las compras, cocinar, pasar la noche asegurándome de que todos están cómodos y a gusto... ¡No quiero someterme a eso!"

"Pero yo te puedo ayudar, Randy", contestó. "Podemos hacer las compras juntos, cocinar y preparar todo para que cuando lleguen tus invitados tú solo te relajes y disfrutes de tu noche".

En ese momento, la magia entró a iluminar mi mente.

"¡Ayuda! ¡Esto es lo que necesito!", pensé aliviado.

Ahora, lo que es tricky con la ayuda —y con las personas con tendencias perfeccionistas, como yo—, es que tiene que venir de una buena fuente.

Además, es necesario poner de nuestra parte para recibirla tal cual viene (entregarse al proceso, dejarse llevar, morderse los labios para no modificarla).

Por último, es vital relajarnos y dejar caer nuestra desesperada necesidad de control. Solo así podemos disfrutar los momentos ¡y permitir que la magia siga fluyendo!

En resumen:

  1. Exterioriza tus miedos y problemas (con las personas y/o actividades indicadas)

  2. Pide ayuda (a la persona correcta, ¡recuérdalo!)

  3. Acepta ayuda (tal cual venga —y esto es válido para cualquier área, no solo el área en cuestión—)

  4. Relájate y (muy importante) deja caer tu necesidad de control

¡Espero te sea útil esta información! Ahora, te pediré que ayudes a alguien más compartiendo este artículo en tus redes sociales.

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Por tu magia,

Randy

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