Cómo cortar las limitaciones de tu infancia
Me pasó en el supermercado.
Hace unos años atrás, si hubiese tenido los conocimientos que hoy tengo, tal vez hubiera dicho algo; pero esta vez no lo hice. Me quedé callado y observando con mucha, mucha compasión. Al final, no era mi circo, ni eran mis monos; pero ver al niño en ese estado me afectó bastante. Resulta que el niño quería caramelos y la mamá no se los quería comprar.
Tal como cuando un niño no obtiene lo que quiere, se puso a llorar (no a gritar).
Triste y confundido, con sus ojos llenos de lágrimas le preguntó a su madre: "¿Pero por qué, Mamá?"
Yo, esperando escuchar algo como: "Porque a esta hora no es saludable comer caramelos", quedé en shock al escucharla decir lo siguiente:
"Porque así es la vida. La vida es dura. Uno no puede obtener lo que quiere."
¿Queeeeeeeé? (Vuelve a leer la gravedad de esas palabras ––sin ánimos de juzgar––). ¿Cómo alguien puede creer eso con la potencia de gritarlo en el supermercado? ¿Cómo alguien le puede decir eso a una criatura tan inocente? ¿Sabes cuánto tiempo toma programar un nuevo pensamiento en la mente de un niño? Cuestión de segundos. ¿Sabes cuántas veces se someterá ese niño a encontrar las evidencias de que lo que le dijo su madre es "cierto"?
Con cada experiencia que vivirá, el niño recordará las palabras de su madre y las terminará adoptando como verdad absoluta. De hecho, para el momento en que esa señora dijo eso, ya esa creencia tan limitante había pasado por su mente infinidades e infinidades e infinidades de veces. No me quedó más que mirarla con compasión... No soy padre (por ahora), ni tengo interés en invertir mi tiempo y mis energías en buscar quién tiene la razón. Sé que cuando se trata de las relaciones, lo mejor ––y muchas veces lo más difícil–– es honrarlas y aceptarlas tal cual son, sin pretender cambiarlas. Pero soy hijo, soy humano, soy amigo, soy coach. Conozco bastante bien los traumas que cargamos desde nuestra infancia. Conozco bastante bien todo lo que cuesta trascenderlos y sanarlos, y me quedo corto. Cuando se trata de los niños, no hay nada más potente que enseñarles con amor y con el ejemplo. Al final, aunque creamos que sabemos más que ellos, realmente ellos son más propicios al amor que la mayoría de nosotros, y saben más. Cuando se trata de nosotros, nos toca hacer el mismo trabajo con nuestro niño interior. Miré a ese niño con el mismo sentimiento que hubiese podido tener yo si me hubiese pasado eso. Sé que vivirá momentos duros, pero confío en que él es el cambio de su generación. Así como tú. Así como yo. Así como nosotros. No es fácil vivir en esta posición de cambios, pero te puedo asegurar con toda convicción (casi que gritando como la señora en el supermercado):
VALE ABSOLUTAMENTE TODAS Y CADA UNAS DE LAS PENAS. Si estás aquí leyendo esto es porque tú eres el cambio. Conozco muy bien lo duro y difícil que puede ser esto (escribí todo un libro al respecto ––¡Sale en abril! Regístrate aquí para recibir la exclusiva––), pero sé que si te empeñas y te sigues empeñando en crecer, verás que todo tiene un gran sentido. Hayamos elegido o no a nuestros padres, si hay algo que es cierto al momento de vivir a plenitud es que hay que cortar el cordón de las limitaciones. Si eres el cambio, acostúmbrate al hecho de que no todos van a ver las cosas como tú las ves. Por tu magia,
Randy
P.D. Comportarme así, pensar así, y vivir así es parte de mi estilo de vida ––y el de mi estrellas y clientes––. Si quieres aprender a hacer lo mismo, puedes ayudarte con mi guía y programa digital aquí. Es muy buena y funciona. No esperes más, ¡por favor!
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